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18/07/2017La vida sobre dos quillas se ve totalmente de otra manera. Cada curva, cada bottom, cada bajada, tiene un gustirrinín, una liberta y una diversión que no puedes conseguir con el resto de configuraciones de quillas. Surefear a dos quillas produce un surf lleno de estilo que hipnotiza
Twin-fin, como se llama en inglés, no solo hace referencia a llevar dos quillas bajo la tabla. Para sacarle el máximo partido a estas dos aletas, las tablas que las montan han ido cogiendo una forma muy especial. Por lo general son tablas cortas, no mucho más largas de cinco pies. Un rocker casi plano capaz de acelerar la tabla hasta en olas de pocos centímetros, pero con un nose algo respingón para evitar sustos. El volumen es generoso, tiene buena anchura y suelen montarse debajo de una cola de golondrina o sallow tail. Sí tiene toda la pinta de un retro fish, nombre que hace muy buena referencia a su origen.
A finales de la década de 1970, el cuatro veces campeón del mundo Mark Richards, puso de moda ripar sobre dos quillas. Usaba esta tabla cuando las olas bajaban de 6 pies, unos 2 metros. Tiene gracia, donde para él empezaban a ser pequeñas para mí es como enfrentarme a un gigante.
Las tablas fish de dos quillas tienen ventajas significativas sobre las tablas de una sola quilla cuando las condiciones no son tan potentes, además de potenciar el movimiento en todas las direcciones, vamos una nueva dimensión de maniobrabilidad.
Con una quilla la tabla se estabiliza rápido y mantiene muy bien una dirección pero para girar tienes que pisar todo lo atrás de tail que se pueda para facilitar la maniobra. Por lo general una tabla de dos quillas no tiene cola, bueno para ser más exactos tiene dos, pero ninguna es tan larga como las colas que tienen las single-fins para poder girar. Con dos quillas solo con el balanceo de los tobillos puedes cruzar la tabla entera ya que el punto de giro es una de las quillas, facilitando los giros y catapultando la diversión.
Foto: Bryce Bradford